Andrea García Beltrán - Ciberseguridad Organizacional

Hemos construido un ecosistema que premia el dolor mientras el algoritmo mira… y se beneficia.

¿Recuerdas cuando subíamos recuerdos, no los momentos más humillantes de la gente? ¿Cuando ser viral significaba creatividad, no crueldad?

Esta semana me he estremecido.

No por un ciberataque, no por una vulnerabilidad de día cero… Sino por una kisscam, un tiktoker ávido de contenido, unas declaraciones falsas se convierten en un evento generalizado desatando primero la especulación online y después ? …….. FOMO (Miedo a perderse algo):

Un clip viral de «Kiss Cam» convertido en juicio público. Risas, conmoción, indignación. Millones de visitas, innumerables memes y una simple verdad: la vida de otra persona, el dolor de otra persona se convirtieron en el entretenimiento de todos.

En lugar de «el incidente», y la reacción que provocó, en realidad reavivó las preocupaciones sobre la suplantación digital, la privacidad en línea, los derechos humanos digitales y las consecuencias para la reputación de la desinformación viral

De la ciberseguridad a la seguridad humana: Cuando se traspasan los límites
Como experto en riesgos cibernéticos, me paso el día evaluando cómo pueden explotarse las vulnerabilidades de los sistemas. Pero, ¿qué ocurre con las vulnerabilidades de las personas? ¿En las relaciones? ¿En la dignidad?

La «superficie de ataque» del ser humano ya no es sólo una cuestión de privacidad de datos, es psicológica, de reputación, emocional.

Y esta semana, esa superficie fue incumplido no por malware… sino por un objetivo zoom, un pie de foto de TikTok y un algoritmo hambriento.
Hablamos de cortafuegos y de confianza cero en ciberseguridad. Pero, ¿qué hay del respeto cero en la viralidad?

La viralidad no es neutral: The Role of Neuromarketing and Media Platforms
¿Qué lleva a un vídeo como éste a convertirse en viral?

No es sólo «el algoritmo». Es psicología. Es neuromarketing en su forma más despiadada: aprovechando la vergüenza, la sorpresa, el sexo y el escándalo: la tormenta perfecta para el secuestro de la atención.

Y luego vienen las reacciones, los comentarios, los desmoronamientos en YouTube, los medios de comunicación que convierten un momento privado en una mina de oro pública.

¿Cuándo una «Kiss Cam», un «Tiktoker Post» deja de ser un entretenimiento para convertirse en una humillación pública?
Seamos claros: es la mercantilización digital de la vulnerabilidad humana. Y los medios de comunicación, tanto tradicionales como sociales tienen una responsabilidad!.

Meta, TikTok, YouTube, Linkedin , sitios de noticias, medios digitales: Cuando amplificas un trauma como este (sin consentimiento), te conviertes en parte del daño.

«Pero lo hicieron ellos mismos…» , El falso argumento de la conducta pública
Algunos dirán: «Si actuaron así en público, es justo». O peor: «Tienen lo que se merecen».

¡¡¡No!!!
El consentimiento no se borra por la proximidad de una cámara; la dignidad no se revoca porque alguien cometió un error y la «vergüenza» nunca debe ser un modelo de monetización.

Hay personas que se quitan la vida a causa de la exposición digital, familias destruidas y niños traumatizados. No es sólo «contenido». Son las consecuencias: «Si alguien se quita la vida a causa de la exposición digital, ¿sólo es responsable la primera persona que publicó el vídeo?»:

Hay personas que se quitan la vida a causa de la exposición digital, familias destruidas y niños traumatizados. No es sólo «contenido». Son las consecuencias: «Si alguien se quita la vida a causa de la exposición digital, ¿sólo es responsable la primera persona que publicó el vídeo?»:
Hay que pensar más allá del desencadenante visible. En derecho penal, hablamos de autores, cómplices, instigadores. Y en el espacio digital, se aplica el mismo principio. Cuando la vergüenza se hace viral y el trauma se convierte en contenido, la responsabilidad no debe acabar en el que pulsa «grabar» , se extiende a todos los que alimentaron el fuego: El comentarista que se burla; el influencer que monetiza; la plataforma que promueve y premia las impresiones; los medios que titulan amplificando el suceso para «venderlo» para «¡cuantificarlo! – por la «curiosidad morbosa» o el «voyeurismo» .

Algunos dirán «¡qué visión utópica!….. bueno, no es sólo »contenido». deberíamos considerar sus consecuencias porque la mayoría de las veces …. es irreversible.

La dignidad digital es un derecho humano

Algunos dirán que es libertad de expresión, pues bien, es hora de trazar la línea, porque no puede convertirse en «libertad para destruir». Tenemos que hablar de dignidad digital, de empatía, de límites y del tipo de internet que estamos construyendo o rompiendo.

Viral o violento: a costa de quién vendes tus contenidos; privacidad frente a popularidad: quién pone los límites; ¿hasta dónde llegarías para conseguir likes cuando la historia no es tuya?
No se trata de ser políticamente correcto. Se trata de ser digitalmente consciente: la humillación es un daño colateral, amigos. No todos los dolores necesitan un chiste y no todos los momentos deben tener un pie de foto.

Subamos el listón

No convirtamos el peor día de otra persona en trending sound. Lideremos con ética, empatía y acción online y offline.

 ¿Dónde trazas tú la línea entre contenido y consentimiento?

Me encantaría conocer tu opinión. Y te invito a unirte a la conversación sobre #DignidadDigital porque el internet que toleramos es el internet que creamos:

Debemos dejar de normalizar la crueldad digital disfrazada de entretenimiento.
No debemos crear una cultura de abuso emocional y violencia algorítmica.
Debemos dejar de construir sistemas que premian la agresión digital por encima de la dignidad digital.

Dejemos de recompensar el daño emocional y empecemos a defender la humanidad digital.

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